No hace falta que avises cuando vengas a casa.
El portal está abierto, no lo dudes y pasa;
abandona tu tierra ¿lo podrás soportar?
Cuando llegues, no olvides que has entrado en mi mundo,
un lugar sin fronteras, tan extraño y profundo,
tenebroso y antiguo, como el fondo del mar.
Es anciano y moderno, ¿o quizá modernista?
El refugio de un loco que soñó ser artista
y encontrar el camino, como un nuevo Moisés,
a través de un desierto de afilados cristales,
de palabras vacías que parecen puñales
y metáforas muertas sin menor interés.
No hay cadenas, ni leyes que pudieran atarte,
puedes ser agresivo como el viejo dios Marte
o sutil y ligero como aroma de flor.
Ven y vuela conmigo por planetas lejanos
donde nunca han pisado otros seres humanos
y dibuja horizontes con un nuevo color.
Abandona tus miedos y disfruta de todo,
de la luz y las sombras que hay en cada recodo
y los cuentos de hadas que también son verdad.
Nadie viene a juzgarte, puedes ser lo que quieras;
hay mujeres valientes que derrumban barreras
y hombres fuertes que lloran con total libertad.
Hay sirenas, medusas, minotauros, arpías,
aquelarres que acaban en blasfemas orgías,
y, acechando en las sombras, un enorme dragón
porque en todos los seres, fabulosos y mágicos,
los oscuros, los bellos, los felices o trágicos
brilla un rayo de sueño convertido en canción.
