Levántame la Gran Muralla china que la derrumbaré con mis cañones. Te atrapará la red de mis canciones como encerró a la mar la aguamarina. Mi verso (mi universo) te ilumina igual que el sol alumbra a lo infinito y cada nueva estrofa es como un grito tan dulce que parece ser un ruego, que soy de tempestad, desnudo y ciego, al mismo tiempo arcángel y maldito.
Recházame, se círculo polar, disolveré su hielo con mis besos y se derretirán también tus huesos hasta que ya no puedas respirar. Anhelo el desafío del glaciar. Mi lengua, convertida en una espada, susurra que eres bella y deseada, el templo de los dioses del placer, leona que desea ser mujer. ¿Te atreves? Soy volcán y soy la nada.