sábado, 31 de agosto de 2013

LA FLOR DE JAZMÍN

Se ha podrido la flor por exceso de riego.
Exigiste que fuese una rosa de fuego
y no estuvo a tu altura, era un simple jazmín.
No aceptaste que fuera una planta pequeña
porque vives enferma por un alma que sueña
con el ramo perfecto de un perfecto jardín.

Eres grande– decías–  poderoso, brillante,
te pareces a un árbol inmortal y gigante.
Te advirtió ¿lo recuerdas?– ¡no es real, no es real!
Al querer arrancarlo se murió en un segundo,
no logró respirar en tu abrazo profundo.
Le querías de mármol, pero fue de cristal.

De haber sido paciente, qué terrible ironía,
hoy sería distinto, él también te quería.
Arruinaste el momento por quererle rehén.
Todo tiene su ritmo, mas tu amor es torrente,
no respeta los tiempos y jamás fue paciente.
El te hubiera buscado, mas perdiste tu tren.

Nada puedes hacer, el invierno regresa
y reclama su parte como un ave de presa.
Cada vez que te hieren pierdes fuego y salud.
Vas manchada de sombra con su negro rocío
y una capa de escarcha cubre el mundo de frío
opresivo y helado como un viejo ataúd.

¿Cuántas otras han muerto, jardinera, en tu mano?
Ojalá sus colores no marchiten en vano
y descifres la lengua con que hablaba la flor;
que te muestre la senda de amistad y ternura
por un bosque secreto de profunda espesura
donde encuentres un día, la verdad y el amor.