sábado, 18 de febrero de 2012

EL PARAÍSO PERDIDO

Cansado de luchar contra la vida,
pensó en volver al punto de partida.
Adán así lo quiso,
pisar de nuevo el dulce paraíso.

Las lágrimas cuajadas de memorias
trajeron a su mente las historias
risueñas y lejanas.
Hoy suenan extinguidas, yermas, vanas.

Buscó por los recónditos parajes
alguna indicación en los paisajes,
o en los atardeceres
que pueda dirigirle a los ayeres.

Atrás dejó a sus hijos y a su esposa
buscando una esperanza nebulosa.
Su faro, un espejismo,
conduce su bajel al ostracismo.

Por fin llegó al destino imaginario
que quiso conservar en relicario
y sólo era un desierto.
Un páramo ficticio, triste, muerto.

Quien viva en la prisión de su pasado
será por siempre un hombre atormentado;
un triste, un miserable,
que arrastra una existencia lamentable.

Quien viva proyectándose al futuro
el miedo volverá su mundo oscuro.
El hombre consecuente
tan sólo ha de morar en el presente.