Levántame la Gran Muralla china
que la derrumbaré con mis cañones.
Te atrapará la red de mis canciones
como encerró a la mar la aguamarina.
Mi verso (mi universo) te ilumina
igual que el sol alumbra a lo infinito
y cada nueva estrofa es como un grito
tan dulce que parece ser un ruego,
que soy de tempestad, desnudo y ciego,
al mismo tiempo arcángel y maldito.
Recházame, se círculo polar,
disolveré su hielo con mis besos
y se derretirán también tus huesos
hasta que ya no puedas respirar.
Anhelo el desafío del glaciar.
Mi lengua, convertida en una espada,
susurra que eres bella y deseada,
el templo de los dioses del placer,
leona que desea ser mujer.
¿Te atreves? Soy volcán y soy la nada.
No das puntada sin hilo, Luis.
ResponderEliminarReconozco que siento debilidad por este poema.