sábado, 12 de marzo de 2011

A LEVIATÁN

Te grito ¡libertad! y no me callo.
Repudio tu igualdad uniformada.
No busco compasión en tu mirada,
ni temo cometer mi propio fallo.

Tu esclavo no seré, ni tu vasallo.
Te escupo, Leviatán, y a tu camada.
Intentas convertir mi vida en nada
calzándome un ronzal como al caballo.

Si unimos la pasión a las razones,
la furia y malestar a las ideas,
la sólida virtud a nuestro acervo

podremos derribar con mil canciones
tu hipócrita actitud aunque no creas
que somos tu señor y no tu siervo.


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