Porqué siento en el pecho un agujero
que corre por la sangre como droga.
Se anuda en la garganta, firme soga,
y hiende mis entrañas con su acero.
La vida es un torrente, un aguacero,
un río que me asfixia, que me ahoga
y siento que me atrapa y me interroga
en este laberinto prisionero.
La estúpida palabra no refleja
la náusea que destruye mi esperanza
y empuja mis pisadas al abismo.
Me encierra sin postigos y sin reja,
me enjaula y me confina la venganza
y el asco que padezco ante mi mismo.
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