domingo, 10 de octubre de 2010

EL GUARDIAN

Silencioso guardián, estirado, elegante,
de larguísima sombra que parece una senda.
Para algunos tranquila para muchos horrenda.
Es un tajo de noche cuando el sol es radiante.

Por tus dedos al cielo en un rezo constante,

hay momentos que pienso, aunque nadie lo entienda,
que conviertes tu cuerpo de madera en ofrenda;
escalera a lo eterno desde un mundo distante.

Viejo amigo del hombre en su etapa sombría

que proyectas recuerdos enlutados, funestos,
porque acoges la muerte dulcemente a tus pies.

Si pudiera pedirte un favor te diría:

cuando llegue mi turno que descansen mis restos
a la sombra serena del anciano ciprés.


1 comentario:

  1. Hermoso homenaje a este noble ciprés, guardián elegante, puente entre la tierra y el cielo. Un soneto perfecto de gran belleza. Saludos

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