domingo, 8 de agosto de 2010

RENACIMIENTO

No quieres a un hombre, quieres a un castrado.
Alguien que se arrastre sumiso a tus pies.
Un lobo sin dientes, un tigre domado,
un siervo, un lacayo, un dócil criado.
Buscas una sombra callada y cortés.

Yo te digo ¡basta, salgo de tu juego!
Rompo con tus reglas frías, de metal.
He sido insensato por jugar con fuego,
alguien que no piensa, un necio borrego,
como la polilla que besó el fanal.

Ya no tengo miedo de la antigua pena,
de quedarme a solas al anochecer,
de la luna oscura, deprimente, obscena,
de mi piel vacía, de tu boca llena;
dulce, seductora, trampa de mujer.

Quise ser tu esclavo, fracasó el intento.
Tras plegar mi vida a tu voluntad
fallecí de amores; mi renacimiento
es como un rugido, áspero y violento
que, sin amarguras, grita ¡libertad!


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