Miedo a la luna, el sol, la noche, el día.
Miedo al dolor, a las heridas graves.
Miedo a pensar, a imaginar los suaves
labios-puñales en mi piel vacía.
Miedo al fracaso, a ser quien no debía.
Miedo a perder por no quemar las naves.
Miedo a cansarte, a sospechar que sabes
que nada aporta mi figura fría.
Soy torpe, lento, débil, frágil, nulo;
a todas partes miro con recelo
y no confío en nadie del camino.
Si soy amable, sólo disimulo.
Mi rostro es una máscara de hielo
que oculta a un ser patético y mezquino.
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