A la sombra de la estatua de un anciano mandarín
un rosal de blancas flores
ha crecido en mi jardín
luminoso como un libro de poemas de colores.
Aunque sé que no es posible me parece que se mueve
con la gracia de un felino,
como un gato que ha nacido de la esencia de la nieve,
elegante, astuto, albino.
Si lo miro, se congela:
nuevamente se transforma en un mágico rosal.
Un hermoso centinela
me protege de las sombras como un ángel celestial.
Poco a poco se derrite mi muralla de recelos
¿he quedado seducido por mis flores misteriosas?
He dejado atrás mi traje de gigante de los hielos
y de nuevo soy de luz, al igual que aquellas rosas.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarEste poema es pura luz.
ResponderEliminarLeerlo es un placer.
Casi me lo he aprendido de memoria.
También es uno de mis preferidos. Muchas gracias por tu presencia.
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