Tic, tac, tic, el reloj es un tirano.
Tac, tic, tac, pues su canto es tiranía.
Toc, tic, toc, te lo juro lo hundiría
si pudiera en el fondo de un pantano.
Aunque corra, ya es tarde, no es temprano.
Son las diez. Hace tiempo que Lucía
me esperaba en la Iglesia de María
con el cura y las flores en la mano.
Al llegar, nadie había. Mala suerte.
Qué impresión, demostraron mucha prisa.
Registré y revolví por todas partes.
Mi semblante adquirió un matiz inerte
mas noté cierto dato y me dio risa.
Vaya susto, hoy no es miércoles, es martes.
viernes, 23 de diciembre de 2011
domingo, 18 de diciembre de 2011
AMARGA VICTORIA
Al compás de timbales, vibran limpios clarines,
que se elevan al cielo entre dulces violines.
Los juglares, solemnes, nos regalan su voz.
Diez mil elfos esbeltos, de mirada serena,
tocan arpas doradas, cantan versos de pena,
por las vidas segadas en contienda feroz.
Muestran recios enanos con corazas pulidas,
las espadas brillantes, sus miradas vencidas;
de los rostros escapa una lágrima gris.
Los palacios de mármol, con su gran columnata,
las riquezas guardadas en moradas de plata,
han quedado asolados, como todo el país.
Los cansados humanos incineran sus muertos:
los guerreros valientes y los magos expertos
de probada fiereza y profunda virtud.
Sacerdotes de luto, en la pira sagrada,
concelebran un rito de memoria olvidada,
bajo el ritmo abatido del doliente laúd.
Ya no quedan más orcos que destruyan la tierra,
ya no abrasan los bosques, han perdido la guerra
y debiera la gente celebrarlo triunfal.
Ya no hay brujas malvadas, nigromantes impíos,
ni fantasmas terribles de los ojos vacíos
mas no pueden los hombres olvidar tanto mal.
Un anciano hechicero que ha vivido mil años
se pregunta si un día sanarán tantos daños
que ha causado la lucha con profundo dolor.
Una niña responde con tranquila sonrisa
que ella tiene la clave, la herramienta precisa:
que es tratar a los hombres con respeto y amor.
Ya termina el relato de la amarga victoria.
Ya no importa la fama, de qué sirve la gloria;
los canciones de bardos son tan sólo un disfraz
de tristeza encubierta, de familias partidas,
de las almas dañadas con profundas heridas
que tan sólo desean disfrutar de la paz.
que se elevan al cielo entre dulces violines.
Los juglares, solemnes, nos regalan su voz.
Diez mil elfos esbeltos, de mirada serena,
tocan arpas doradas, cantan versos de pena,
por las vidas segadas en contienda feroz.
Muestran recios enanos con corazas pulidas,
las espadas brillantes, sus miradas vencidas;
de los rostros escapa una lágrima gris.
Los palacios de mármol, con su gran columnata,
las riquezas guardadas en moradas de plata,
han quedado asolados, como todo el país.
Los cansados humanos incineran sus muertos:
los guerreros valientes y los magos expertos
de probada fiereza y profunda virtud.
Sacerdotes de luto, en la pira sagrada,
concelebran un rito de memoria olvidada,
bajo el ritmo abatido del doliente laúd.
Ya no quedan más orcos que destruyan la tierra,
ya no abrasan los bosques, han perdido la guerra
y debiera la gente celebrarlo triunfal.
Ya no hay brujas malvadas, nigromantes impíos,
ni fantasmas terribles de los ojos vacíos
mas no pueden los hombres olvidar tanto mal.
Un anciano hechicero que ha vivido mil años
se pregunta si un día sanarán tantos daños
que ha causado la lucha con profundo dolor.
Una niña responde con tranquila sonrisa
que ella tiene la clave, la herramienta precisa:
que es tratar a los hombres con respeto y amor.
Ya termina el relato de la amarga victoria.
Ya no importa la fama, de qué sirve la gloria;
los canciones de bardos son tan sólo un disfraz
de tristeza encubierta, de familias partidas,
de las almas dañadas con profundas heridas
que tan sólo desean disfrutar de la paz.
lunes, 12 de diciembre de 2011
AUSENCIA
Olvidarse de todo, también del sueño,
y verla en todas partes; perder la cuenta.
Al no poder sentirla, sentir tormenta.
Romper aquellas fotos, ajar el ceño,
después pegar los trozos, con hueco empeño.
Quemarse en una hoguera que no calienta.
Rezar que, por lo menos, esté contenta.
Dolerse como un niño grande y pequeño.
Fugarse de uno mismo, perder el norte,
ser huérfano de calma, sin alegría,
sentir la sed mas fiera que en el desierto.
No hallar ninguna cama que reconforte.
Gritar su nombre en vano, con afonía.
Pudrirse bajo tierra, vivirse muerto.
y verla en todas partes; perder la cuenta.
Al no poder sentirla, sentir tormenta.
Romper aquellas fotos, ajar el ceño,
después pegar los trozos, con hueco empeño.
Quemarse en una hoguera que no calienta.
Rezar que, por lo menos, esté contenta.
Dolerse como un niño grande y pequeño.
Fugarse de uno mismo, perder el norte,
ser huérfano de calma, sin alegría,
sentir la sed mas fiera que en el desierto.
No hallar ninguna cama que reconforte.
Gritar su nombre en vano, con afonía.
Pudrirse bajo tierra, vivirse muerto.
martes, 6 de diciembre de 2011
EN LIBERTAD
Te quiero en libertad, como las aves,
sin dueño que te diga lo que eres
o quiera corregirte lo que sabes.
No se querer distinto a las mujeres.
Ligera, sin promesas ni ataduras,
tan libre como el viento en la frontera.
Desnuda de disfraces o armaduras.
Alegre como el sol de primavera
o triste, melancólica, lluviosa.
Soy el sembrado estéril y sediento
que acepta cada gota generosa
como si fuera el último alimento.
Si un día te sintieras abatida,
olvídate un momento del orgullo
que soy el compañero de tu vida
y siempre me hallarás al lado tuyo.
Te quiero y hace tiempo lo conoces.
Responde ¿cómo puedo no quererte?
Si en cada verso escrito vierto voces
de un coro enamorado hasta la muerte.
sin dueño que te diga lo que eres
o quiera corregirte lo que sabes.
No se querer distinto a las mujeres.
Ligera, sin promesas ni ataduras,
tan libre como el viento en la frontera.
Desnuda de disfraces o armaduras.
Alegre como el sol de primavera
o triste, melancólica, lluviosa.
Soy el sembrado estéril y sediento
que acepta cada gota generosa
como si fuera el último alimento.
Si un día te sintieras abatida,
olvídate un momento del orgullo
que soy el compañero de tu vida
y siempre me hallarás al lado tuyo.
Te quiero y hace tiempo lo conoces.
Responde ¿cómo puedo no quererte?
Si en cada verso escrito vierto voces
de un coro enamorado hasta la muerte.
sábado, 3 de diciembre de 2011
HUNDIDOS EN LA TIERRA
Hundidos en la tierra,
esperan el momento de su gloria.
El tiempo de una guerra
que nunca vio la historia,
la lucha más oscura y decisoria.
Los muertos caminantes
de bocas retorcidas y malvadas,
de lívidos semblantes
y garras como espadas
regresarán con ansias renovadas.
Devorarán la vida
llevados por el odio del vacío
y el hambre desmedida.
Con un escalofrío,
el mundo probará su poderío.
No hay tiempo para un plan
porque el apocalipsis es mañana.
Los muertos volverán;
la noche está cercana.
Desaparecerá la raza humana
esperan el momento de su gloria.
El tiempo de una guerra
que nunca vio la historia,
la lucha más oscura y decisoria.
Los muertos caminantes
de bocas retorcidas y malvadas,
de lívidos semblantes
y garras como espadas
regresarán con ansias renovadas.
Devorarán la vida
llevados por el odio del vacío
y el hambre desmedida.
Con un escalofrío,
el mundo probará su poderío.
No hay tiempo para un plan
porque el apocalipsis es mañana.
Los muertos volverán;
la noche está cercana.
Desaparecerá la raza humana
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