Maldito relojero que, en tu mano,
las partes del cronómetro dispones
formando un artilugio de tensiones
diabólico con piezas de mecano.
Maquinas con escrúpulo artesano,
siguiendo tus designios y patrones,
fragmentos de ese puzzle de aflicciones
que forman lo que vuelve al hombre humano.
Al cabo del camino espera el juez
y, mientras, la clepsidra mana lenta
con hieles que resbalan por los años.
Maldigo las cadenas de vejez
que ciernes como fúnebre tormenta
riéndote de todos nuestros daños.
Y cada segundo cuenta, cada grano de arena, lentamente, poco a poco, implacable.
ResponderEliminarCierto. Cada segundo es un grano de arena que nunca regresa. De nosotros depende que se malgaste o no...
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