Lo que quieres no tiene ni perdón ni lugar.
Vuela, sí, entre las nubes como lo hacen las aves.
Huye, oculta tu rostro. No mereces amar.
Ese mundo secreto, artificio de idiotas,
es un juego de trile, un vulgar espejismo.
Aunque intentas que oculte tu verdad en pelotas
no hay perfume que tape el hedor de tu abismo.
Sí, sonríe; no pares. ¿Para qué? Para nada.
Ya no engañas a nadie y quizás es mejor
que te arranques de cuajo esa lanza empalada.
No mereces ternura. No mereces amor.
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