Tus ojos son calderos,
crisoles que desbordan de colores,
matices y energía.
Respiras el aliento de los dioses
gemelos de la luz y de las sombras.
Te exigen un tributo que les honre.
No tienes libertad,
el arte te corroe.
Circula por tus venas
el escarlata, el índigo y el ocre
y tienes que encauzarlos
para evitar que el fuego te devore.
Tus cuadros son ventanas a otros mundos,
se escapan más allá del propio borde.
La imagen no es estática,
trasciende al creador que la compone
y marca para siempre al que la mira.
"Pintor", qué bello nombre.
Pintar es asomarse al infinito
sin nada que te arrope.
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