conté los días hacia atrás soñando
que, tras la vida, acabará mi suerte,
la mala estrella y mi destino cuando
la voz se extinga de mi rostro frío,
la llama viaje al celestial eterno.
Mi primavera marchitó de estío
y, aunque es otoño, me mató el invierno.
He conseguido no llorar apenas
y rebelarme a la mitad oscura,
prender la rabia con cien mil cadenas
mostrando un rostro de verdad segura.
Se me ha perdido el corazón, no importa
no haber hallado a la mujer amada.
La muerte es larga, mas la vida es corta
cuando el futuro es encontrar la nada.
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