No tienes nada que ganar conmigo,
me apartaré si el corazón te estalla.
Llámame cínico, también canalla;
soy el amante pero no el amigo.
Llevo en el alma crimen y castigo,
que soy el mar y, al tiempo, soy muralla.
Sólo deseo sumergir la playa
y desnudarla de cualquier abrigo.
Soy una espada con el filo helado:
si cuando corta daña eternamente,
cuando atraviesa cura toda herida.
Soy el rosal de espinas del pecado,
mi beso sabe a oscuridad caliente,
mi sombra sabe derrotar tu vida.
Tremendo, qué inquietante poema.
ResponderEliminarSaludos.
No siempre es sencillo saber quien es el que gana y quien el que pierde en este tipo de encuentros... de cualquier forma, lo si es indudable es que es un magnífico soneto.
ResponderEliminarUn abrazo, Narrador.
Me alegra mucho contar con vuestra presencia en este espacio. Muchas gracias por vuestra lectura.
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