Hoy ha vuelto Suleiman
a levantar su mirada.
En una mano, la espada,
en la otra mano, el Corán.
Sus huestes conquistarán
todo punto del planeta
a bomba y a metralleta
desde Suecia hasta el Perú.
¿De qué lado estarás tú
ante el fuego del profeta?
Hoy se ha rendido occidente.
Todo le importa lo mismo.
Presa del relativismo
no piensa, juzga, ni siente.
Mira el barranco de frente
sin nada que le resguarde.
Es la paciencia cobarde,
temerosa, del borrego.
Es la mirada del ciego
que ignora que se hace tarde.
La paz murió en su ataúd.
No sé si es tiempo de guerra.
Ven amigo y desentierra
el hacha de la virtud.
No temas, son multitud
en este momento oscuro
los que miran, te lo juro,
con decisión y coraje.
No dejes que te amortaje
el temor por el futuro.
Porque el mal se vuelve inmenso,
más sangriento y más demente
cuando nadie le hace frente.
Cuando observo el mundo, pienso
que occidente está indefenso
si nunca responde al jaque.
No hay nada que, al mal, aplaque.
Nada silencia la fiera
si su presa calla, espera,
y nunca pasa al ataque.
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