Mística Maruxa, duende de la ría,
cuéntame el misterio de tu brujería;
hija putativa de la reina Mab.
Dama protectora de los adivinos,
tú que has recorrido miles de caminos,
ten piedad señora, dime la verdad.
Bruja, solo tengo versos que ofrecerte,
sueños de poeta, odas a la muerte,
cánticos profanos, mundos de papel,
cuentos de otras vidas, naves espaciales,
ángeles oscuros, bellos, terrenales.
Vengo a ti desnudo, busco tu poder.
Ella, sólo ella, es mi redentora
y es tan inocente que además lo ignora.
Toda su presencia te transmite amor.
Hasta cuando llora, la deseo tanto
que mi sangre envidia ser su propio llanto
y mi aliento quiere ser su propia voz.
Dime si es posible que, en algún futuro,
tenga la esperanza de romper su muro.
Muéstrame el mañana como sabes tú.
Vivo un laberinto de ilusión y furia,
sentimientos rotos, vértigo y lujuria.
Es mi fortaleza y también mi cruz.
Si he de condenarme por tu magia negra,
¿sabes que te digo? Mira, pues me alegra.
Bienvenido sea el infierno, sí,
que la vida es sólo un maldito juego
y, si me lo exige, jugaré con fuego.
Pagaré mi apuesta para ser feliz.
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