Soy como el viejo olivo retorcido
que guarda una semilla de ternura. La oculto protegida en su armadura;
un corazón calloso, endurecido.
Mi voz es escarpada y es honesta
como la brusca sierra pedregosa.
Mi espino no te deja ver la rosa,
soy como el acertijo sin respuesta.
Si quieres consolarme, idiota, vete.
No necesito falsedad mullida,
ni salvación, ni vendas en la herida.
No soy ni tu proyecto ni un juguete.
No le abriré la puerta de mi casa
de nuevo a la esperanza o al engaño.
Todo deseo se transforma en daño
y el daño nunca se diluye y pasa.
Las sombras forman parte de mi esencia,
las convertí en mi dueña y en mi amante
y aunque me transformaron en gigante
quizás conserve un punto de inocencia.
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