domingo, 8 de noviembre de 2015

A LA SOMBRA DEL SALA

Ante la muerte que todo lo iguala
y ante su mano fatal, infinita,
Buda se muestra tranquilo y medita
bajo la sombra del árbol de Sala.

Dicen que al árbol sagrado, el dolor
tiñe su savia de pura tristeza.
Blanca se ha vuelto su piel de corteza,
blancas las ramas y blanca la flor.

Tiempo, no pases, detente un segundo.
Muere Siddarta y no hay miedo en sus gestos.
Deja en la tierra sus lánguidos restos;
nada le impide marcharse del mundo.

Aunque parece llegado el final,
tanto que el mismo Himalaya le llora,
aunque a la carne le llegue su hora,
¡Buda no muere, se ha vuelto inmortal!