Oculta en un rincón de la atalaya
maldice su destino la armadura.
Jamás logró escapar de su estructura,
custodia todo el día la muralla.
Se sienta en una esquina y, mientras calla,
intenta no ceder a la amargura.
Disfraza su tristeza en la negrura;
jamás necesitó plantar batalla.
El peto encubre un corazón vacío,
el yelmo esconde la mirada hueca,
la falda cierra un esencial lamento.
Si no sintió calor, tampoco frío,
mas nota que su voz está reseca
de tanto silenciar su sentimiento.
Un claro ejemplo de como trabajar el endecasílabo y la rima correctamente.
ResponderEliminarUn soneto perfecto.
Un saludo.